Carolina Lopendia

Mi experiencia en la Escuela de Lenguaje de Victoria como apoderada, es difícil describirla de manera breve, debido a que en diferentes situaciones se mezcla con muchas emociones dependiendo de las fases y/o etapas en las cuales se encuentra cada familia. En primera instancia están los temores de las madres primerizas, el cuál es mi caso y mi temor era principalmente asociado a que existiera algún accidente físico, y el cómo se adaptaría a un escenario nuevo en su rutina diaria, ya que mi hijo entró a días de cumplir 3 años, era y es uno de los más pequeños de edad y porte, y me imagino que es un temor que está presente en cada madre, para dejar el cuidado de sus hijos pequeños a personas desconocidas.

Para nosotros como padres lo más importante fue que a nuestro hijo le encanta asistir a su “escuelita”, de hecho, a veces no quiere retirarse para quedarse jugando en los juegos y con sus compañeros. Cuando se enferma y pasan días en el cual no asiste extraña a sus tías “tía Carla y tía Fabi”, preguntando cuándo irá a la escuelita incluso los domingos, nombrándolas con frecuencia en su cotidianidad. A diferencia del año pasado que por un tema de estimulación al lenguaje intentamos como padres ingresarlo a un jardín, el cual no perduró debido a la alta ansiedad en cuanto a la crisis de separación que pasaba nuestro hijo al momento de dejarlo en la puerta del establecimiento que muchas veces finalmente no lo dejábamos y nos devolvíamos con nuestro hijo a nuestra casa, en lo cual finalmente lo terminamos retirando. Sin embargo, este año desde el primer día de “su escuelita”, el ingresa muy feliz logrando una adaptación amena y tranquila, actitud que mantuvo a lo largo del año, por lo tanto, se reflejaba la seguridad emocional que generaban en nuestro hijo.

El establecimiento si bien se pudiese decir la palabra es familiar y acogedor, debido a que tuvimos la oportunidad de ir a dejar y a buscar a nuestro hijo durante todo el año, sin necesidad de furgón, por lo tanto, genera la instancia de observar la dinámica de cómo nuestro hijo se relaciona con el establecimiento, observando que no solo las “tías” de su sala estaban pendientes de él si no que todas las personas que trabajan en el establecimiento, desde auxiliares a directora y todas las tías de las otras salas, lo conocen y se preocupan por él y por cada niño que asiste a la escuelita, lo cual genera tranquilidad en la familia. Por otro lado, con respecto al objetivo principal del establecimiento mi hijo como una de sus características principales de relacionarse y vincularse es la comunicación verbal, contando todo lo que ocurre y ve a su alrededor, así como también una facilidad en su esfera social, relacionándose con todas las personas y niños en general, a diferencia de cuando entró que no pronunciaba bien las palabras y existía falta de estimulación en el lenguaje necesitando ayuda de fonoaudióloga agradeciendo todo el trabajo de la tía “Tamy”. Debido a que utiliza de manera adecuada el lenguaje para expresarse a nivel emocional para su edad.

En cuanto a la resolución de conflictos para enfrentar cada situación, desde mi experiencia Carla Navarrete, tiene no sólo profesionalismo, si no una habilidad que a muchas personas del área les cuesta desarrollar que es la mentalización en la cual logra posicionarse en el lugar de cada uno de sus “niños” en el aula, no etiquetando a algún niño por su forma de relacionarse, sino más bien, ayuda a contextualizar la situación del posible escenario, refiriéndome cuando los niños se accidentan levemente como una caída en el recreo o una pelea por un juguete o dulce entre niños, lo cual me ha permitido de manera asertiva entender y guiar a mi hijo para continuar relacionándose con sus compañeros. La comunicación con la docente de nuestros hijos pre escolares, es muy importante, para lograr una educación unificada e integral en nuestros hijos.

Carolina Lopendia

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